Era una mujer de cara fina y cabello castaño tenía aproximadamente cuarenta años y no
se le conocía esposo o hijo alguno. Su mirada atesoraba un misterioso aura y su caminar
era de noble doncella, todos le llamaban madame Annette y la conocían porque trabajaba de consejera matrimonial. A pesar de no ser muy reconocida por esta labor madame Annette era contratada por burgueses para arreglar las bodas de sus jóvenes hijos.
-¿que hace a una mujer más bella su ternura o su maldad?-.
Le preguntaba Laurence una sutil y hermosa adolescente que estaba pronta a casarse con el hijo de un burgo maestre conocido por su dinero y poder.
-una mujer es bella cuando expresa en su mirada el misterio de su corazón- ,le contestò la misteriosa mujer con voz pasiva y delicada.
Laurence era una campesina que llevaba una vida bucólica y tranquila, un día estando en el mercado se conoció con el que después sería su prometido Belmont Dumont, hijo de un gobernante de aquel terruño en el sur de Francia.
El día de presentar a la novia, madame Annette fue la dama de compañía de Laurence, la casamentera se observaba firme y regia mientras que la sutil niña estaba nerviosa y preocupada.
Era una multitud la que estaba presenciando el espectáculo, todos gritaban a coro:
-¡que salga la novia!-.
Después de cierto tiempo pudo salir y quedaron perplejos aquellos que se destinaron a observar aquel prodigio.
Laurence estaba convertida en toda una mujer de “sociedad”, dejaba a su pasado montaraz para vivir una vida de lujos y comodidades. Su bello prometido era un hombre muy diferente a ella, a pesar de tenerlo todo jamás se le vio presumiendo de sus riquezas, era un joven creyente, se le veía siempre en el campo y muy poco en su encantadora mansión.
Los días transcurrieron y la formación de Laurence complacía a su intransigente suegro. Monsieur Dumont era un hombre de poder y elegido por el pueblo como alcalde, todos le querían y le alababan, sin saber que les robaba a sus espaldas; era un hombre corrupto pero se disfrazaba de líder bueno.
Madame Annette era una excelente educadora en tan solo dos meses preparo a Laurence para su inminente boda; la adolescente estaba tan transformada que las personas en el pueblo no la reconocían, se volvió tan vanidosa y advenediza que ya nadie quería estar junto a ella.
-¿cómo una mujer que fue tan pobre puede llegar a ser tan soberbia?- se preguntaban todos.
Mientras que la noble dama se volvía más amiga de su misteriosa institutriz
El día de la boda llego; la celebración se haría después del alba por lo que la novia debía ser preparada en la madrugada. Madame Annette leal a su contrato, no durmió construyendo el inmenso vestido de la futura novia. Aquella mañana la misteriosa Annette no tan solo confesionaba un vestido, tomo un espacio y salió al centro del pequeño pueblo, se le vio hablando con una rara mujer y después observaron que esta llevaba un saco al cual no se le visualizaba que podría contener dentro.
-esa mujer es demasiado extraña – eran las palabras que proferían con curiosidad los habitantes.
Era habitual que la comunidad madrugara para las labores del campo y el mercado, pero aquel día todos dormían ansiosos esperando la venidera boda. Laurence fue la primera en levantarse, la pobre niña soñaba su fantástica boda aun con los ojos abiertos; era tan inocente que jugaba con muñecas y leía cuentos de princesas, de algún modo se veía reflejada en estas dulces mujeres.
Madame Annette se encargó de todo de vestir a la novia y arreglar al novio, primero comenzó con él. Le llevo su traje y charlaron un rato.
-dicen que a tu prometida le gustan las azucenas, porque no vas y buscas algunas para ella, eso ha de ser un detalle muy encantador- dijo madame Annette al joven novio.
Este no lo dudo estaba en contra del tiempo pero aun así lo vio de una manera tan simbólica que accedió ir al campo y buscar las bellas flores.
Laurence insistió no salir del aposento su expectativa era tan inmensa pero confiaba en Annette para realizar su boda. Madame Annette pensaba todo lo contrario, por fuera era una noble dama pero por dentro guardaba un oscuro secreto que nadie en el momento pudo descubrir.
La hora de la boda se acercaba Laurence tomo rumbo hacia el lugar donde se oficializaría el compromiso pero al llegar quedo intrigada y ofuscada ya que el joven novio no aparecía y lo peor no era el único, los habitantes del pueblo tampoco estaban allí; el aire se tornaba tenso las únicas que se encontraban despiertas eran madame Annette y la futura novia.
La pobre Laurence se encontraba devastada pero su triste calma se tornó peor cuando madame Annette la llevo al campo y le señaló a su bello novio que estaba abrazado con una extraña mujer.
-observa, todo este tiempo viviste engañada creías que él se casaría contigo, eres una mujer ridícula, el campo era tu hogar no la hermosa mansión de Monsieur dumont-.
Fue tan excesivo el choque emocional que recibió Laurence, que corrió hasta llegar a la ostentosa mansión y allí tirándose del balcón cayó al vacío; como en un cuento de hadas pudo vivir feliz para siempre, solo que cometió el infortunio de suicidarse para lograrlo. Su joven novio siempre la quiso e inclusive murió para complacerla a ella, cuando llego al campo inhalo una extraña sustancia que se desprendía de las flores y lo que vio Laurence no fue una infidelidad sino los últimos instantes de vida de su modesto amado. La extraña mujer desapareció entre el follaje del campo mientras que en el otro lado de la ciudad el ambicioso Monsieur dumont yacía muerto por envenenamiento; el agua estaba contaminada, pero no fue el único que la pudo beber porque el mismo liquido era distribuido a todos los habitantes de aquel pequeño lugar. Todos en el pueblo dormían un eterno sueño del cual no despertarían para ver la boda del año. Pero nunca hubo boda, nunca hubo fiesta y nunca hubo discurso del alcalde, porque todos en tan solo minutos se eternizaron en la penumbra de un anhelo por cumplir. La única viva era una misteriosa mujer que poseía elegante expresión en su bello rostro, sin saber que enveneno a un pueblo entero y acabo con la ilusión de dos enamorados a los que la muerte separo en pocos instantes. Ella que se ganó la confianza de todos siendo una refinada mujer que no representaba peligro fue la intelectual de este acto macabro. Era como una serpiente que se arrastraba entre todos, sin ser vista se camuflaba, pero al final ataco de la peor manera.
-pero quien dudara de madame Annette si es una bella mujer-…
Sofia H.
Esta prohibido el plagio parcial y total de esta obra.
Esta historia la quería enviar a una revista literaria,hace aproximadamente 2 años atrás, pero como no se dio hoy la quiero compartir con todos mis literatos.
Cuentame en los comentarios, como te parecio el relato. los leo.
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